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SORDO-MUDO

Buenos días estimados hermanos/as, bendiciones en el nombre de Cristo.

¿Se pueden imaginar un diálogo entre sordos y mudos? No significa que tal vez, la inteligencia no sea capaz de implementar algún tipo de comunicación entre unos y otros, pero, ¿hasta qué punto llegarían a ponerse de acuerdo en sus opiniones? ¿Acaso puede el mudo decir al sordo, “es que tu no escuchas lo que quiero decirte”? O que el sordo trate de replicar, “es que tú no sabes expresarte por eso no te escucho bien lo que quieres decir”.

No estoy tratando de hacer mofa de estas deficiencias de ciertos sentidos, bien que hemos sido aleccionados en la vida por gente con carencia de la palabra audible o el órgano de audición. Pero, a donde quiero apuntar con esto es al diálogo entre muchos cristianos hoy que, honestamente, son sordos y ciegos a la verdad y, en especial, la verdad de la palabra de Dios.

La cristiandad de hoy, no quiere admitir su deficiencia, que no usa sus oídos para oír y son mudos cuando se trata de hablar la verdad; más bien, son rápidos para diseminar la falsedad. La predicación honesta y acertada del evangelio no solo se ha desvirtuando, sino que, al presente, se ha abandonado por completo. Las bocas se han cerrado. No estamos hablando del pecado y el pecador; la condenación eterna y la salvación; la desesperada y urgente llamada al arrepentimiento y búsqueda del perdón divino. Hoy, nos concentramos en el bienestar interior, las experiencias espirituales, sentirnos bien. Se buscan iglesias donde la música, la iluminación, la decoración, los programas locales, etc, nos hagan sentir bien, relajados. Se intenta ofrecer un lugar de escape de las presiones del alma, del pecado, de la culpa. Después de todo, ¿qué mejor cosa que ofrecer a la gente trabajada y cargada, que, un ambiente de relajación, aunque sea por un par de horas de culto? Pero, ¿dónde queda Cristo y su salvación en todo esto?

Lo notable y, que agrava la cosa, es que, hablar de esta problemática, es como establecerse una conversación entre sordos y mudos, nadie se entiende. Y, total que el problema se sigue agravando. Pidamos en oración que Cristo haga el milagro de destapar oídos y sanar los labios de esta generación, porque, al paso que vamos, seguiremos fallando a la santa comisión de hablar la verdad del evangelio a los perdidos. Considérelo.

El Pastor


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