BIBLIAS EN ALTO
Buenos días estimados hermanos/as, bendiciones en el nombre del Señor
Leía en un periódico de Latinoamérica la siguiente frase, acerca de los vaivenes ideológicos en el ámbito de la política, que se están dando en el continente, decía lo siguiente, “La respuesta popular que sí podría provocar esa “brisita” (palabra que escogió un dirigente venezolano) es un huracán que se gesta igualmente peligroso y extemporáneo: dirigentes que esgrimen biblias como espadas y gritan versículos sagrados en templos de la democracia”.
Varios dirigentes políticos hoy se identifican públicamente como cristianos practicantes y, no temen repercusiones en las urnas al identificarse como tales. Para muchos, es un signo de preocupación, en especial, quienes se declaran ateos o, que profesan otra religión; para los cristianos, es entendido como una señal del cielo; una oportunidad de salvar al mundo, de establecer, quizá, el tan esperado reino de los cielos aquí en la tierra.
Debo admitir que tengo mis serias preocupaciones con este tipo de fenómenos, pues, nos hace olvidar que todo esto se trata de un mundo caído donde, aun las buenas intenciones de mejorar las cosas terminan eventualmente frustradas por mentes corruptas que utilizan cualquier tipo de ideas, incluso la religión, para someter a los pueblos. Los cristianos no debemos olvidar ni por un momento que, en nombre de Dios, por mil años el cristianismo sometió a los pueblos a una de las supersticiones más notables de la historia. Los males que se llevaron a cabo por parte de la llamada “Iglesia”, no podrán ser borrados jamás de la memoria colectiva. Y, por otro lado, tenemos el ejemplo de pueblos musulmanes que utilizan la religión como una herramienta de hostigamiento y sometimiento de todos quienes caigan bajo la sombra de su influencia.
La palabra de Dios, no nos engañemos ni por un momento que, puede ser usada para bien o, para hacer el mal. Que alguien levante una Biblia delante de nuestros ojos y haga promesas, no garantiza en absoluto que dicha persona ha de cumplir y se ha de someter a la voluntad de Dios. No debemos olvidar que el mismo demonio usó las escrituras para frustrar el programa de salvación al tentar a Jesús en el desierto. Los cristianos debemos tener mucho cuidado de no apresurarnos a dar nuestra aprobación a ninguna persona que se escude detrás de una Biblia para recibir los votos de un electorado. Debemos considerar con cuidado y responsabilidad que la tal persona practica lo que ese libro sagrado dice. Se que entusiasma ver a una persona identificarse como un soldado de Cristo y defensar de la causa del evangelio y, que éste decida poner a Dios como brújula de gobierno. Se pueden esperar muchas cosas positivas en una sociedad si tenemos en cuenta la voluntad de Dios como guía. Pero, no se trata de levantar un libro al aire y mostrarlo a todo el mundo, sino de hacer de cada palabra de ese libro, la Biblia, nuestro manual de conducta, primero, en forma personal, y luego, aplicare sus consejos para procurar hacer lo mejor para el prójimo. Debemos recordar que los cristianos, no hemos sido encargados a establecer el reino, sino a predicarlo. Pero, la tarea de hacerlo una realidad, no descansa en ningún mortal, nunca lo fue, sino, en la sola potestad de Dios el Padre y su Hijo Jesucristo. Así que, cuando vea una Biblia en alto en las actuales campañas políticas, deténgase un momento y espere; recuerde las palabras del mismo Señor, “por los frutos los conoceréis”. Considérelo.
El Pastor