Y DENLE CON EL HALLOWEEN
Buenos días estimados hermanos/as, bendiciones en el nombre de Cristo.
Digo yo una cosa, ¿cuánta gente gasta una cantidad ridícula de dinero en disfraces para sus hijos en el día de Halloween? Se enloquecen recorriendo escaparates con el fin de encontrar el traje ideal. Luego, los lanzamos a recorrer las calles en busca del preciado dulce. Los vestimos de demonios, diablos, zombis, fantasmas, gente con cuchillos en la cabeza o la espalda, manchados de sangre, ojos colgando de sus órbitas y todo tipo de aberración posible. En otras palabras, se glorifica la muerte, lo oculto, el horror, la superstición y la violencia macabra. Otros, gastan fortunas comprando equipos deportivos para proteger a los hijos de actividades violentas, no que esté en contra del deporte, pero, una industria se enriquece gracias al descontrol de los mismos padres. ¿Se ha puesto a pensar cuánto sale un equipo completo de hockey? Y qué de los que los visten como si fueran estrellas de Hollywood; les compran todos los caprichos de la moda, pinturas, les tiñen el pelo, les hacen implantes, se arreglan las uñas, usan tacones altos, los envían a bailar a lugares peligrosos y expuestos, etc. También tenemos ese gremio de padres que compran a sus hijos las consolas de juegos electrónicos a un precio exorbitantes donde juegan a matar a balazos, bombardear, destruir, robar, en fin, todo tipo de violencias que usted se pueda imaginar, y como si eso no fuera suficiente, ahora lo tienen en imágenes tridimensionales, para hacer la experiencia más real. Encima, ahora en las escuelas les enseñan a masturbarse, a escoger su sexualidad, su género, sus inclinaciones, etc. Eso sí, no podemos gastar unos pocos dólares en una biblia, en una película decente con mensaje cristiano. ¿Prepararlos para ir a la iglesia? ¡NI LOCOS! Es mejor dejarlos en casa; y cuando protestan que quieren ir a ver a sus amiguitos a la escuela dominical, salimos con cosas como, “hoy no nene/a, estoy cansado de trabajar toda la semana”. Entonces viene lo interesante, las promesas “te prometo que te compro un disfraz para Halooween; un Play Station nuevo; un equipo de hockey, te llevo a arreglarte el pelo y las uñas; te dejo que te las pintes” en fin, usted sabe a lo que me refiero. Y después, cuando nuestros hijos salen unos demonios, aparecen en las noticias capturados por los policías, por ser bandoleros, vendedores de drogas, violadores, White Supremacista, terrorista, prostitutos/as, haraganes, maleducados, intemperantes y, usted sume a la lista lo que le plazca, entonces, lloran, piden ayuda a los gobiernos, tocan la puerta del pastor de la iglesia, o el psicólogo. Le echan la culpa a la sociedad, las malas juntas, Dios, etc.
Hoy nos alcanzó otro 31 de octubre, “Halloween”; en lugar de salir por las calles llevando de la mano a su pequeño monstruo, hágame el gran favor, y en especial a su propio hijo e invierta el tiempo con ella en algo más sano y productivo. Cuando sea grande verá la importancia de semejante inversión ahora. Y si no, no se queje después. Considérelo.
El Pastor